Por primera vez, Cara de Pizza se va de viaje. No vamos a
mentir un tour pizzero que solo nos transporta humildemente de barrio en barrio
pero sabemos aprovechar una oportunidad. Estábamos en Rosario y nuestras
indagaciones nos habían dado un vago conocimiento a distancia de cuáles eran
las pizzerías recomendables, por clásicas y/o ricas, de este lugar. El azar, el
ordenamiento geográfico y temporal y una cierta predilección por la pizza a la
piedra nos mandó derechito a Via Apia en la trillada y atestada Av. Pellegrini.
Llegamos precavidamente temprano, temiendo aglomeraciones, colas y esperas a
las que jamás estaremos dispuestos. Tanta planificación resulta innecesaria
porque ni cuando entramos ni más tarde ocurre nada de lo que habíamos
anticipado y así empiezan las sorpresas de la noche. Por más clásica que sea,
el cambio de ciudad nos tiene un poco desprevenidos y avanzamos a ciegas,
aventureros de la pizza regional.
Lo primero que aparece, sin embargo, son dos nuevas
sorpresas. Un platito, este diminuto, rebosante de un pan de pizza lleno de
queso –más pizza que pan. Nos desalienta un poco que el entremés venga a
remplazar la inverosímil inexistencia de la fainá - ¿por romana?¿por rosarina?-
pero la desilusión dura poco, casi tan fugaz como el pan de pizza.
La segunda
sorpresa es un menú escrito en italiano y de una variedad demencial que obliga
a la agrupación en categorías: tradizionale, verdure, formaggio, speciale,
frutti di mare. Navegamos por la novedad lingüística y nominal. Nos debatimos
entre la tradición propia y las nuevas oportunidades. Repartimos mitades a
medio camino entre una y otra: Pimientos y Champignon que en realidad comparten
muzzarela, tomate, pimientos – morrones en variedad dialectal rosarina, digamos- y oliva
que en la segunda se completan con champiniones y salsa calabresa.
Via Apia queda en Av. Pellegrini 961