martes, 3 de mayo de 2016

Los Campeones. Barracas

Nunca habíamos hecho cola para comer. Entre la ansiedad y el orgullo de entendidos nos sobran razones para darle la vuelta a la esquina, para seguir hasta la otra cuadra o para cruzar la calle en busca de la próxima pizzería que, azar mediante, pueda ser un gran descubrimiento. Pero si hay algo que somos más que hambrientos es fieles a los clásicos y Los campeones de Barracas bien merecía un rato de algo que no puede ser descripto como una cola. Para primera experiencia es buena. El caos de gente impaciente y ya casi babeante que mira desde afuera a los comensales es superado por un diestro organizador de masas que, armado de un noble papelito, registra una lista de espera que admite el doble criterio de orden de llegada y adecuación a la cantidad de comensales de las mesas liberadas. 
Superamos el desafío y nos sentamos pegados a la ventana a que nos miren a nosotros con envidia. El espacio es un clásico remozado. Alcanza un detalle: las paredes están atestadas de posters de equipos de futbol y fotos de Fangio como corresponde a la pizzería porteña que se quiere tradicional pero lejos de la cinta, los bordes arrugados y la pátina polvosa y grasienta, cada uno está enmarcado en vidrio y debidamente alineado. Falta mística o sobra profesionalismo. No sabemos, pero igual vinimos por la pizza.

Ya que estamos en variaciones sobre lo clásico, nos gustan algunas alteraciones tan diminutas que parecen dignas de uno de esos mundos paralelos imperceptiblemente diferentes del nuestro. Enumeramos. Hay pizza a la piedra y al molde (toleramos la indefi
nición, hay para todos los gustos aunque tenemos el nuestro y creemos en la especialización) pero cada una tiene su propia lista de gustos. Sugieren la posibilidad de que no sean idénticos. Recomendaríamos atención para no caer en la trampa de los siempre engañosos mundos paralelos. Siguiente: la pizza a la piedra viene en molde. Última, en el mismo rubro: la pizza al corte también es a la piedra salvo en esos casos imposibles como la pizza de verdura, ese clásico secreto que no debería ser pasado por alto solo por verdoso.
Ahora a lo que verdaderamente importa. Pedimos a la piedra y nos limitamos al tamaño mediano porque otra curiosidad es que grande no hay, se llama super y es justamente super-grande. No lo asociamos a la serie de variaciones anteriores sino más bien a ese rasgo quizás idiosincrático que instala disputas con tácitos competidores sobre el largo y el ancho de avenidas y ríos, además de por el tamaño y la forma (o incluso la unidad de medida) de las pizzas. Como nos limitamos en el tamaño, nos excedemos en los gustos pero equilibramos. De un lado, Ajo al óleo; del otro, Americana , que es muzzarella con cebolla, algo así como una fugazza con queso invertida. Como no hay tres lados, también pedimos una fainá.


Sigamos las evaluaciones en ese orden. La Americana gana por cantidad de muzzarella y gracia en la cebolla frita con orégano. Y en las aceitunas que son negras, tal vez otra cosa típica de este mundo paralelo. Dudamos de la salsa de Ajo al óleo, otro clásico ignorado más que secreto (por adictos al queso, claro), pero finalmente se trata del ajo y el óleo así que la perdonamos: acá la cantidad es definitoria y no nos podemos quejar. Hasta ahora la fainá es la que viene ganando. Finita como pizza a la piedra (o más finita, como su equivalente, se entiende), bordes crujientes, burbujas estalladas y vueltas a dorar por todos lados. Lo mejor. Hasta ahora porque nos reservamos una sorpresa: cambiamos el postre por más pizza. Como solo nos mueve el deseo de conocimiento, pedimos un surtido que complete el limitado panorama que tenemos hasta ahora: muzzarella, napolitana, verdura y jamón y morrón. Cumplen lo que prometen, doblemente tostadas como corresponde a su doble cocción como pizza y como porción. Sus propiedades salen airosas: la masa se tuesta sin endurecerse, el queso se fríe en sus jugos, solo pierde la Napolitana; no hay tomate que se someta alegremente al doble fuego. Nuestros cuerpos perdonan el exceso, aunque los que siguen esperando afuera tal vez no. 
Los Campeones queda en Montes de Oca 856 (CABA)

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